–¿A qué edad empezaste a jugar a baloncesto? ¿Cómo recuerdas aquella época? ¿Qué aprendiste dentro y fuera de la pista?
Empecé a jugar al baloncesto a los 6-7 años. Mi hermano era entrenador del colegio Begoña de Gijón, y yo, siendo un niño de otro colegio, el colegio Río Piles, me “enchufó”. Ahí jugué mis primeros partidos de baloncesto, con mi hermano de entrenador, mis primeros tiros y mis primeros entrenamientos.
Los años siguientes son uno de los mejores recuerdos que tengo en la vida: los entrenamientos con balones con barro cuando llovía, los entrenamientos en el gimnasio del colegio. Siempre jugué con “los mayores”, así que mis primeros aprendizajes me los dieron mis compañeros: el respeto por el juego y lo que significa trabajar en equipo.
Pero creo que fue en la terraza de mi casa donde tuve los mayores aprendizajes. Jugaba contra mi hermano, 7 años mayor que yo, y cada partido era todo un reto. Él me enseñó todo lo que sabía sobre dribblings, tiros, jugadas y amagues, y esa base la apliqué durante toda mi carrera hasta los 29 años.
En categoría alevín era muy superior físicamente a los otros niños, ya que di el estirón muy pequeño, y metía 30 o 40 puntos por partido. Cada jornada era un show y lo disfrutaba como un enano, literalmente. Entendí lo que era ser el foco de las miradas cuando haces las cosas bien, y también cuando no tan bien. Puedo decir que fui un niño completamente feliz jugando al baloncesto y disfrutando de mi deporte favorito.
Cuando empiezas a practicar deporte desde muy pequeño, llevas dentro los valores del mismo: respeto, educación, esfuerzo, entendimiento, trabajo en equipo. Siempre fui el base en todos los equipos en los que jugué, aunque lo mío no era dar asistencias, era tirar de 3.
–¿Quiénes fueron tus primeros ídolos / referentes (conocidos o no)? ¿Por qué crees que el baloncesto enganchó tanto a vuestra generación?
Bueno, a mí me tocó la época dorada de la NBA y su expansión internacional. Michael Jordan, el mejor jugador de todos los tiempos; Magic, Bird, Petrovic en España; Kukoc en la Jugoplastika; Sabonis y Arlauckas en el Real Madrid… mitos.
Aunque mi primer ídolo fue mi hermano. Quería jugar como él y meter triples como él solo sabía hacerlo. Su calidad técnica era tremenda. Si nos hubieran dado un buen físico no estaríamos liados montando empresas.
–¿Cuál es la primera noticia que tienes del Bàsquet Sant Antoni?
Llevo veraneando en Ibiza durante 10 años. Aquí ha nacido mi hijo y he vivido por temporadas en Ibiza, así que te informas del baloncesto que se cuece en la ciudad.
Mi amigo David fue investigando hasta que dimos con vosotros. Una cosa llevó a la otra y, en un momento en el que queríamos dar a conocer Siroko de otra forma, con nuevos patrocinios deportivos, tenía sentido hacerlo en los dos sitios que considero mi casa, mi hogar: Gijón, con el Real Sporting de Gijón, e Ibiza con el deporte que llevo en el alma, el baloncesto.
–¿Hay diferencias entre patrocinar a clubes más grandes o históricos –como el acuerdo que tenéis con el Sporting o la colaboración con los Lakers– y involucrarse en un proyecto más familiar como el del Bàsquet Sant Antoni… o la esencia es la misma?
Son muy diferentes, no tienen nada que ver. Patrocinar a Los Angeles Lakers ha sido como un sueño: estar en sus oficinas, que te enseñen la cancha de entrenamiento, ver el nombre de SIROKO al lado de LeBron James. Si te soy sincero, todavía no sé muy bien cómo lo he conseguido, porque nos recalcaron que eligen de manera muy precisa a sus patrocinadores y que estar ahí no es nada fácil.
Luego está el fútbol, que es otro mundo. Es como una religión, y cada cosa que haces o dices se le da la vuelta en la prensa o en cualquier lado. Llegan rumores sin parar que son falsos. Pero lo entiendo: es el deporte rey y mueve emociones. Tenemos planes muy chulos para intentar darle nuestro toque a este deporte.
El Sant Antoni es familia… cada vez que voy al pabellón es lo que siento: hogar, familia… Estoy seguro de que vamos a llegar muy lejos juntos.
–Asturiano de nacimiento, ibicenco de adopción, ¿qué supone para ti, a nivel sentimental, formar parte de esta historia? ¿Es una manera de arraigar en la isla que has elegido para pasar una parte importante de tu tiempo?
Estoy feliz. Y sobre todo después de conocer a las personas que forman parte del proyecto. Conecté desde el primer minuto con Marcos y con Jordi, y al final para mí las relaciones profesionales empiezan por las relaciones humanas. Me encantaría pasar mucho más tiempo en la isla durante el año, pero los compromisos no me lo permiten.
Para mí Ibiza, el Sant Antoni y todo lo que me ha dado esa isla es paz y amor absoluto.
–El ambiente de Sa Pedrera: ¿qué hacemos para que sea tan especial? ¿Crees que acabaremos celebrando todos juntos ese ascenso?
No tengo ninguna duda de que celebraremos el ascenso juntos, sea cuando toque. Cuando se le pone amor y ganas a cualquier cosa, los resultados llegan. Solo hay que mantener una cosa siempre bien firme: la perseverancia, y este ha sido mi truco durante toda mi vida.
Nunca te pares.
Además, el pabellón tiene nuevo nombre en breve, ¿no?
Paz.
Borja Mera